Padre José Kentenich

Fundador de la Obra Internacional de Schoenstatt.

El fundador de la obra de Schoenstatt, Padre José Kentenich, nació en Gymnich, cerca de Colonia, Alemania, el 16 de noviembre de 1885. El nombre de sus padres eran Catalina Kentenich y Matías José Koep; José nace en el hogar de sus abuelos maternos; al día siguiente fue bautizado en la Iglesia parroquial; su mamá debía continuar trabajando fuera de casa por la precaria situación económica de la familia.  El niño vive con sus abuelos y ahí recibe las primeras naciones de lenguaje y de fe.

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Es significativo que quien recibirá la misión espiritual de ser padre espiritual de muchos, haya tenido que sufrir la carencia de paternidad debido a su condición de hijo natural. Su padre además nunca lo reconoció.

La madre jugó un rol muy importante, era profundamente religiosa. Ella debió trabajar en casas ajenas para la manutención de su hijo y de sus padres. Con ello le quedaba poco tiempo para cuidar a su hijo. Es por eso que se vio forzada a tomar la decisión de confiar su hijo a un orfelinato.  A principios de 1895 comienza una segunda etapa en su infancia en el orfanato de Oberhausen.  En la capilla del orfanato había una imagen de la Virgen y su madre lo consagró a Ella, entregándole a María la cruz de su primera comunión y pidiéndole que fuese Ella la madre y educadora de su hijo. Esta consagración a la Virgen es un acontecimiento fundamental en la vida de José y marca en él el comienzo de una vida de profunda intimidad con María. En esa consagración está el germen de su posterior Alianza de Amor con la Virgen.

El ambiente en el orfanato no era bueno, había niños de familias buenas, también niños recogidos o niños que estaban allí porque sus familias no podían tenerlos por alguna causa o situación irregular, moral, económica o de otro tipo; además la disciplina que existía era implacable.

Estando en el internado el día de su primera comunión (1897) anuncia a su madre el deseo de ser sacerdote.


Conducido por Dios

Habiendo manifestado su vocación sacerdotal, a los 14 años ingresa al Seminario Menor de los Pallottinos en Ehrenbreistein.  Este seminario tenía también un sistema de vida de internado, con una disciplina muy fuerte y castigos muy severos. Durante estos años de estudio se destacó como un muchacho estudioso, extraordinariamente inteligente, dotado de un gran talento musical, amante de las excursiones, de andar a caballo, etc., se caracterizaba por su fino sentimiento de justicia, el joven José no aceptaba privilegios de ningún tipo.

José entra al noviciado de los Padres Pallottinos a los 19 años y comienza para él una de las etapas más duras de su vida; el tiempo de la gran prueba: se produce en él una profunda crisis. Ésta se manifiesta tanto en lo físico como en lo espiritual. Al tener una constitución física tan débil, se produjo en él un desmoronamiento. Su debilidad pulmonar lo acompañará hasta el final de su vida. José sentía una gran atracción por Dios y su desarrollo fue muy unilateral, pues desarrolló sólo la veta de su alma: todo lo espiritualy le faltaba el complemento humano, le faltaba el contacto con la vida. En medio de esta crisis descubre que su único camino posible es una entrega total en manos de María.

El P. José reconoció tiempo después que fue la Santísima Virgen quien lo equilibró y que en la medida en que se entregaba confiadamente en sus manos iba superando su intranquilidad. José conquistó una paz que no lo abandonó nunca en su vida. Dios le regaló la gracia de un cobijamiento total en su corazón hasta el punto que después de su crisis nunca más conoció el miedo.

El proceso de superación total de su crisis se produjo con el desarrollo de su propia paternidad, sólo cuando empieza su contacto con la vida se da cuenta que las ideas no bastan.  Gracias al contacto con la vida y con los hombres José desarrolla más íntegramente su personalidad.


Primeros años de sacerdote

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El Padre fue ser ordenado el 8 de julio de 1910.  Celebró su primera misa el 10 de julio en la Casa de Misiones de Limburgo. En lugar de ser enviado a África como misionero al igual que todos los sacerdotes Pallottinos, permanece en Alemania debido a su precaria salud.  Se le destina como profesor de latín en el Seminario Menor de los Pallottinos en Ehrenbreistein.  El Padre comienza sus clases con un sistema pedagógico basado en la confianza y en la participación de los alumnos lo que era totalmente revolucionario en un régimen tan autoritario como el de aquella época.

En el año 1912 al P. Kentenich le dan el cargo de Director Espiritual y cuando llega a la nueva casa de los Pallottinos en Schoenstatt en octubre de 1912, se encuentra que en ella se vive una profunda crisis de autoridad y obediencia, un clima donde no existe ni la libertad ni la confianza que él tanto anhelaba. “Desde que fui ordenado sacerdote pude proyectar, formar y modelar en otros, el mundo que llevaba en mi interior”, recordaría años más tarde.

El domingo 27 de octubre de 1912 el Padre Kentenich da su primera conferencia como Director Espiritual; él la titula Programa, pero a la luz del desarrollo posterior se ha visto que es el primer esbozo de lo que va a ser Schoenstatt, por eso se le llama Acta de pre-fundación. Su programa para la educación de los jóvenes fue el siguiente: “Queremos educarnos bajo la protección de María como personalidades libres, firmes y apostólicas”.

En 1914, en una pequeña capilla abandonada en el valle de Schoenstatt, les propone a estos jóvenes sellar una Alianza de Amor con la Virgen para que Ella se establezca allí y los eduque como hombres nuevos para una sociedad nueva. Es el inicio del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.

Durante la primera guerra mundial acompaña espiritualmente a los jóvenes que están en el campo de batalla. Al finalizar la misma, llegan al Movimiento las primeras mujeres. A partir de este momento, comienza el Padre José Kentenich a fundar diferentes comunidades y va conformando lo que llamaríamos después: la Obra Internacional de Schoenstatt. 

"Me pongo, por lo tanto, enteramente a su disposición, con todo lo que soy y tengo; con mi saber y mi ignorancia, con mi poder y mi impotencia, pero, por sobre todo, les pertenece mi corazón."

Tomado del «Acta de Prefundación», 27 de Octubre de 1912.


En los años 30, el horizonte de Alemania se va cubriendo de nubes. Ante la situación el P. Kentenich va exigiendo cada vez más un crecimiento espiritual a la Familia. En el año 1939, el Seminario de los Palotinos en Schoenstatt es ocupado por los nazis. El 30 de abril de 1939, la imagen de la Mater en su frontis fue tapada con una bandera nazi. El Padre prevé la proximidad de la guerra y por eso empieza a orientar a la Familia hacia el único refugio antiaéreo seguro: el corazón de la Mater. Co­mienza a hablar de la entrega a nivel de Poder en Blanco, afirmando que sólo el hombre que se ha entregado sin condicio­nes a Dios va a resistir lo que vendrá.

En el año 1939, encarcelaron al primer sacerdote schoenstattiano. No bien lo supo, se dio cuen­ta que también podía ocurrirle eso a él, e inmediata­mente dijo a Dios: “Si está en tus planes, acepto gus­toso la cárcel”. Se sentía así absolutamente libre y estaba dispuesto y preparado para cualquier cosa que Dios pudiera mandarle. Su hora llegó en sep­tiembre del año 1941.

En septiembre de 1941, la Gestapo cita al Padre Kentenich y él se presenta en Coblenza. 

El Padre fundador es encerrado en un calabozo subterráneo por tiempo indefinido (serían cuatro semanas).  Al salir el 18 de octubre (día de la Fundación del Movimiento), en la mañana tiene la sensación de que Dios le pregunta si está dispuesto a resistir hasta lo último. Inmediatamente responde: “Por supuesto, estoy dispuesto a resistir hasta lo último”. Ese mismo día fue sacado de allí, pero para ser trasladado a la cárcel oficial. El Padre permanecerá en la cárcel del Carmelo hasta marzo de 1942.

El Padre José Kentenich fue trasladado al Campo de Concetración de Dachau el 6 de marzo de 1942, permaneciendo ahí hasta el 6 de abril de 1945. Durante ese período, funda la Internacional Schoenstattiana y dos institutos seculares: los Hermanos de María y el Instituto de las Familias; también escribe textos teológicos, pedagógicos y ascéticos que muestran la libertad interior plena, la fe en un Dios providente y la dignidad de un hombre que conoce el sentido de su vida. Cuando regresa a Schoenstatt comienza a viajar a otros continentes y lugares para fundar Schoenstatt en todo el mundo. Reconoce la misión que María tiene desde el Santuario y quiere darla a conocer. Viaja a Sudamérica, América del Norte y a Africa. Así Schoenstatt se comienza a extender internacionalmente. 

La Prueba más Dura

Pero la experiencia más dura de su vida llega cuando la Iglesia prueba su fidelidad y obediencia; lo separa del Movimiento y lo envía como exiliado durante 14 años a Milwaukee, Estados Unidos. Muchas dudas acerca de su carisma y de su posición en la Obra por él fundada motivaron esta separación. El Padre Kentenich mantiene intacta su obediencia a la Iglesia y, a la vez, la convicción de que su carisma proviene de Dios. Confía plenamente en que María le allanará el camino para poder realizarlo.

Al finalizar el Concilio Vaticano II es llamado a Roma y reivindicado por el Papa Pablo VI, en diciembre de 1965.

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Su Retorno a la Casa Eterna

La Mater se lo llevó después de haber celebrado Misa, por primera vez, en la Iglesia de la Adoración; la Iglesia consagrada a la Santísima Trinidad, que se levanta sobre el monte de Schoenstatt y cuya construc­ción había sido prometida a la Mater en 1946, como prenda de la protección de Schoenstatt durante la guerra.

El Padre Fundador celebró su primera Misa allí, el 15 de septiembre de 1968, en la fiesta de Nuestra Señora de los siete dolores, dolores que él había compartido muy íntimamente a lo largo de su vida ya que todos sus sufrimientos habían sido únicamente por ella, por la misión de María frente a la Iglesia y al mundo del futuro. El epitafio que él eligió para su tumba, “Dilexit Ecclesiam, Amó a la Iglesia”, resume el sentido de su vida, su lucha y su gran sueño.

Su Obra continúa

En 1975 se abrió su proceso de beatificación, que en la actualidad culminó su fase diocesana para iniciar la que se desarrollará en Roma.

Su obra se extiende por más de 110 países, de los cinco continentes. Personas de la más diversa condición social y cultural, lo tienen como su referente, padre y orientador.

“Vosotros habéis sido llamados a ser partíci­pes de la gracia que recibió vuestro Fundador y a ponerla a disposición de toda la Iglesia. Porque el carisma de los fundadores se revela como una experiencia del Espíritu, que es transmitida a los propios discípulos para que ellos la vivan, custodien, profundicen y desa­rrollen constantemente en comunión y para el bien de toda la Iglesia, la cual vive y crece en virtud de la siempre renovada fidelidad a su Divino Fundador”.

San Juan Pablo II, Discurso a la Familia internacional de Schoenstatt, Roma, 20 de septiembre de 1985